Si ayer Uruguay encandiló al mundo con su eficacia y posterior victoria, hoy Argentina demostró porque los sudamericanos son de los mejores en el mundo del balompié. Aunque muchos tenían dudas sobre la titularidad del Pipita Higuaín y peor aun insinuaban que Milito sería una mejor opción, hoy el delantero del Madrid demostró que ni el nombre ni la camiseta le quedan grandes ya que se fue del Soccer City con un triplete de ensueño en un partido de pleno dominio albiceleste.
Maradona saltó al terreno de juego dispuesto a liquidar, aunque todos hubiésemos olvidado la terrible falta que le cometiera Jung Moo Huh, actual entrenador del seleccionado surcoreano, en el Mundial de 1986 está claro que el 10 no lo olvido y mando a su equipo a cobrar venganza.
Aunque los primeros minutos de juego estuvieron con una Argentina muy sólida en la ofensiva, no se generaron verdaderas ocasiones de gol, salvo un tiro libre indirecto, en el minuto 17, que parecía inofensivo pero que Park Chu-Young envió al fondo de su portería, este fue el punto de quiebre del encuentro, pues a partir de entonces los argentinos se volcaron a terreno rival y crearon más peligro, en una de esas tantas ocasiones Higuaín ganó arriba y remato al arco dándole el segundo a los gauchos y sumando el primero de tres.
Con una Carea cabizbaja y casi casi resignada el encuentro llegaba a la agonía del primer tiempo cuando un inesperado despeje del arco asiático fue cómodamente bajada por su compañero y tomó desprevenido a Demichellis que nunca se enteró como Lee Chung-Yong apareció a su espalda para quedar solo ante el arquero Romero.
Con un poco más de tranquilidad los surcoreanos retornaron del descanso, pero no contaron lo impredecible que pueden ser los argentinos, es así que tras fieros ataques, el Pipita pagó su deuda con la afición y encontró el espacio preciso para convertir dos tantos que lo convierten en el goleador, por el momento, del Mundial de Sudáfrica.
Hoy fuimos testigos de que Maradona tiene a la Argentina que quiere, un equipo ambicioso y ofensivo, capaz de brindar un torrente de goles a partir de un ingenioso Messi y un muy acertado Higuaín, sin contar con que el 10 está haciendo una remembranza de lo que fue el Mundial del 86, desde la falta de amistosos previos hasta la repetición del traje en los encuentros.
Argentina tuvo el balón y el juego en un partido unilateral, un monólogo de los albicelestes. El partido estaba cerrado y la fiesta en las gradas saludaron a un triunfador, Higuaín, y a una selección que presentó su candidatura indiscutible al título poniendo en jaque a más de un favorito.
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